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  • El silencio interior

    lunes, 5 de diciembre de 2011

    Una sensación sagrada se produce en nosotros cuendo estamos en silencio, sin emitir palabra alguna: es cuando estamos ante la presencia de algo superior. El silencio interior no es la ausencia de ruido, sino la presencia de algo sublime en nosotros, el silencio real. Intenta esta práctica por cinco minutos o una hora, si puedes hacerlo.

    Necesitarás un fuerte propósito, un poderoso deseo y concentración.

    El viaje de Dante parte 2

    miércoles, 14 de septiembre de 2011

    Dante se expresa alegóricamente a través de los números, entre los cuales hay algunos que representan en algún grado la perfección: el Uno, porque se expresa a sí mismo, porque no está formado por parte, porque Uno es Dios; el Tres expresa la Sagrada Trinidad divina, etc. Así la Divina Comedia es un solo poema, dividido en tres cánticas, cada una compuesta por 33 cantos, que junto con el proemio (primer canto introductorio) dan un total de 100, con lo que todo se vuelve a cerrar en la Unidad.
    El poema narra el viaje de Dante desde la selva en que se encuentra perdido (el pecado) por el único camino practicable, por el subsuelo, guiado por el alma de Virgilio (símbolo de la razón que domina el pecado de los instintos), a través del Infierno, donde van conociendo los pecados y los padecimientos consecuentes de diversos personajes. Después de atravesar todo el Infierno llegan al monte del Purgatorio, y comienzan su ascenso; allí conocen a los que padecen duros castigos pero que al menos conservan la esperanza de que algún día entrarán en el Paraíso. Una vez purificado tras su ascenso por el Purgatorio, Dante llega al Paraíso. Aquí se despide de Virgilio, que ya no puede seguir conduciéndolo y a partir de aquí quien lo guiará será Beatriz (llega un momento en que la razón no puede ir más allá y debe continuar en su lugar la gracia). Dante ascenderá en los distintos grados de la perfección y felicidad del Paraíso hasta llegar a la salvación o contemplación de Dios.

    Hemos de tener en cuenta cuatro sentidos a la hora de leer la Divina Comedia. Así, Dante nos explica en otra obra que los textos pueden y deben ser interpretados en cuatro sentidos: el primero es el literal , el cual no significa nada más que lo que dicen las palabras. El segundo se llama alegórico y es el significado que se oculta bajo el manto del argumento y consiste en una verdad escondida tras una bella ficción. El tercero es el moral , que los lectores deben buscar atentamente para su propia mejora y la de sus descendientes. El cuarto sentido es el anagógico , es decir, sobreentendido, que es aquel en el cual, siendo verdad lo que se dice literalmente, es además verdad porque se refiere a verdades concernientes a la gloria eterna.

    Los tres reinos aparecen perfectamente estructurados, no sólo en el número de cantos, sino en las divisiones topográficas internas: en el Infierno están distribuidos los diferentes pecados, en el Purgatorio las inclinaciones pecaminosas y en el Paraíso las diferentes virtudes. La situación concreta de cada alma se corresponde con la naturaleza del pecado-tendencia-virtud que la define.

    El Infierno es una especie de cráter, de cono invertido por el que se va descendiendo a través de círculos cada vez más estrechos y más dolorosos. En los primeros círculos se castigan los pecados menos graves, y así en un orden creciente de dolor hasta llegar al centro de la Tierra y fin del Infierno.

    En el Purgatorio se hace el movimiento contrario: en vez de bajar se asciende por la montaña del Purgatorio, en cuya cumbre se encuentra el Paraíso. Dante va conociendo las penas purificadoras que padecen las almas. Todos los personajes que hay en el Purgatorio han actuado por amor, aunque lo hayan hecho de manera errada. Los más cercanos al Paraíso son los menos errados y los más alejados los más.

    En el Paraíso todos son completamente felices, pero sin embargo son presentadas las almas en la infinita variedad que existe dentro de la completa felicidad. También aquí existe una jerarquía. Conforme Dante se va elevando, va entendiendo más, hasta llegar al conocimiento completo que se da en Dios.
    ¡Qué inútiles son las palabras para expresar el concepto y qué pálido el concepto para expresar lo que vi!

    El viaje de Dante


    Dante Alighieri, padre de la lengua italiana, nació en 1265, en la ciudad-estado de Florencia. Parece probado que su familia pertenecía a la pequeña aristocracia, venida a menos tras el desarrollo del comercio y la banca por la burguesía. A pesar de ello participó muy activamente de la vida oficial de la ciudad. Tuvo amistad con el poeta Guido Cavalcanti, máximo exponente por entonces de la escuela poética del Dolce Stil Novo. Momento decisivo fue su encuentro con Beatriz (Beatriz di Folco Portinari, casada con un prestigioso miembro de la familia Bardi, conocida desde su niñez por nuestro poeta y muerta en 1290).

    De la existencia real de Beatriz y de su transformación simbólica surge la literatura alegórica que tanta importancia tuvo en la Edad Media europea. Dante preanuncia La Divina Comedia en una obra anterior al decir que dirá de Beatriz lo que nunca ha sido dicho de mujer alguna.

    La sublimación de este amor se produce a través de la entrega absorbente de Dante a los estudios de filosofía. Esta es la nueva vida que inicia Dante y que le lleva a apartarse del stilnovismo para entregarse a una labor de creación sin precedentes. En esta etapa se dedica también muy intensamente a la política. En Dante se da un perfecto maridaje entre teoría y práctica, entre razón y acción. En 1301 acabó su carrera política y comenzó un prolongado aunque fecundo exilio, que duró veinte años y sólo concluyó con la muerte del poeta. La razón del exilio fue la política de dominio temporal del papado, personificada en Bonifacio VIII ( Papa que junto a Nicolás III aparece condenado en el Infierno en los términos más duros), que aliado con Carlos de Valois intentó el dominio sobre toda la Toscana. Cuando este último se apoderó de Florencia, Dante fue condenado al exilio.
    La figura de Beatriz se va sublimando convirtiéndose en ejemplo de vida insuperable, en alma subida al cielo, inspiradora de la tendencia de Dante a la gloria eterna. La Divina Comedia puede ser considerada como la máxima creación del pensamiento medieval. Esta obra ofrece más de lo que podría derivarse de una lectura superficial: es la experiencia espiritual de un cristiano, todo el saber de la época concentrado, un retrato apasionante de los acontecimientos personales y colectivos que su autor vivió, una visión mística exquisita en su expresión y por último, un mensaje anunciador de la reconquista de la justicia y la libertad por todo el género humano.

    La idea primitiva que lo inspira será la exaltación celestial de la mujer amada; tras su muerte, una continuación del amor que transciende las dimensiones físicas de este mundo convirtiéndose en pura espiritualidad.

    El título que hoy conocemos de Divina Comedia apareció por primera vez en la edición de Venecia de 1555; los contemporáneos la conocieron solamente por Comedia . Ni el argumento ni el género literario coinciden con lo que modernamente llamamos comedia. Comedia sería mas bien para Dante lo que empieza mal y acaba bien. El viaje de Dante desde el Infierno hasta el Paraíso es el paso desde el pecado a la gracia.
    Dante se inspira en el mundo clásico ( Virgilio y la bajada de Eneas al Tártaro; el Somnium Scipionis de Cicerón, el sistema de las esferas celestes, etc) así como en las Sagradas Escrituras y sobre todo en los Padres y en la literatura religiosa medieval. También podría haber influido el árabe Libro de la Escala o Bajada a los Infiernos del Profeta.

    Cinco panes y dos peces

    lunes, 24 de enero de 2011

    Algo aparentemente tan sin importancia, como cinco panes y dos pescados secos, dieron origen a uno de los más grandes milagros de Jesús. Este relato, nos muestra como el Hijo de Dios, no sólo se preocupa de darnos el pan de vida de su doctrina, sino que también siente compasión por nuestras necesidades humanas básicas, porque Él nos dijo: “mientras os dedicáis a la obtención de las realidades eternas, debéis también disponer para las necesidades de la vida temporal”. Si analizamos el inmenso entusiasmo de la gente, nos daremos cuenta que ellos no estaban junto a Jesús porque alguien los obligara, tampoco buscaban bienes materiales, ni siquiera como en otras ocasiones, pedían que sanara a sus enfermos.

    La multitud, simplemente quería escuchar a Jesús y embelesado por sus palabras, olvidaban hasta el hambre que sus estómagos tenían que sentir después de tres días lejos de sus hogares.
    Escuchar a Jesús con esa misma dedicación, es primordial para acercarnos a la enseñanza y comprenderla. Escuchar es aquietar el bullicio interior y el hambre de consumismo. Es olvidarse de uno para pensar en el Todo, porque “la religión es primero una adaptación interior y personal, pero luego se vuelve un asunto de servicio social y de adaptación al grupo” porque si no es un egoísmo y un autoengaño.Jesús había alimentado espiritualmente a la multitud, pero como hombre sabía de sus necesidades materiales y dijo: "¿Qué vamos a hacer con la multitud? Hace ya tres días que están con nosotros, y muchos de ellos tienen hambre. No tienen comida." Antes de que los apóstoles tuvieran la posibilidad de expresarse, Jesús se volvió hacia Andrés y Felipe, diciendo: "No quiero despedir a esta gente. Están aquí como ovejas sin pastor.

    Me gustaría alimentarlos. ¿De cuánta comida disponemos?" Mientras Felipe conversaba con Mateo y Judas, Andrés buscó al joven Marcos para averiguar cuántas provisiones quedaban. Volvió hacia Jesús, diciendo: "Al muchacho sólo le quedan cinco panes de cebada y dos pescados secos" “Jesús permaneció en silencio durante un momento. Había en sus ojos una mirada lejana. Los apóstoles no decían nada. Jesús se volvió repentinamente hacia Andrés y dijo: "Tráeme los panes y los peces." Cuando Andrés le trajo la canasta, el Maestro dijo: "Ordenad a la gente que se siente en la hierba en grupos de cien, y que designen a un jefe para cada grupo, mientras traéis a todos los evangelistas aquí con nosotros." El Hijo de Dios, pudo haber alimentado a la multitud haciendo brotar de la nada la comida, sin embargo pidió la colaboración humana,

    Jesús busco la materia, para enseñarnos que ella es la base para nuestras transmutaciones espirituales, “de lo humano a lo divino por el poder y la fuerza de nuestras propias decisiones”Debemos aprender de Jesús y no despreciar la materia, por el contrario usémosla en nuestro beneficio espiritual porque “ella está sujeta a la gravedad lineal, excepto cuando es modificada por el movimiento y condicionada por la mente” Puede parecer una paradoja, pero es a través de la energía materia, que crece nuestro espíritu y también el de nuestro Espíritu, enriqueciendo a su vez al Supremo. “La humanidad, no asciende sin esfuerzos en el universo, pero tampoco evoluciona el Supremo sin acción inteligente y propósito.

    Las criaturas no alcanzan la perfección por simple pasividad, ni tampoco puede el espíritu del Supremo alcanzar el poder del Todopoderoso, sin el ministerio y servicio incesante de la creación divina.” porque Dios se puede realizar, sólo en los dominios de la experiencia humana.” De quien poco o nada se habla, es del muchacho que tenía los cinco panes y los dos pescados, su generosidad, su olvido de sí mismo en bien de los demás, fue el gesto que facilitó el milagro de Jesús, es el símbolo que nos debería representar, porque aunque nos parezca mentira Dios necesita de nuestro consentimiento para multiplicar sus dones en cada uno de nosotros, porque “el ciclo está predestinado, pero la participación del hombre en él, es facultativo, personal y experiencia” y “de este modo, el espíritu de la divinidad, se vuelve humildemente obediente a la elección de las criaturas de los reinos.” porque “ni siquiera Dios puede imponer la salvación a quien no lo desee” “Jesús cogió los panes en sus manos y, después de dar las gracias, partió el pan y lo dio a sus apóstoles, que lo pasaron a sus compañeros, quienes a su vez lo llevaron a la multitud. Jesús partió y distribuyó los peces de la misma manera. Y aquella multitud comió hasta saciarse. Cuando hubieron terminado de comer, Jesús dijo a los discípulos: "Recoged los trozos que quedan para que no se pierda nada." Cuando terminaron de recoger los pedazos, tenían doce canastas llenas. Unos cinco mil hombres, mujeres y niños habían comido en este banquete extraordinario.” Otra nueva enseñanza, no basta recibir hay que saber cuidar lo que se nos entrega para que nada se pierda. Me hace recordar la parábola de los talentos cuando el señor reprende al siervo no por haber perdido el talento recibido, sino porque no lo había hecho fructificar, ni tampoco lo había compartido.

    No necesitamos pensar demasiado para darnos cuenta de lo mucho que hemos recibido ¿qué estamos haciendo con ello? ¿Somos capaces de imitar al muchacho del relato y entregarle a Jesús nuestros dones para que él los distribuya como mejor le parezca? o ¿nos apegamos a lo recibido sin pensar ni en Dios ni en nuestro prójimo? ¿Somos instrumentos dóciles y útiles en las manos divinas? “Como hombres mortales y materiales, vosotros sois ciudadanos de los reinos terrestres y deberíais ser buenos ciudadanos, mejores que muchos, por haber renacido como hijos espirituales. Como hijos esclarecidos por la fe y liberados por el espíritu, os enfrentáis con una doble responsabilidad de deber, hacia el hombre y hacia Dios, mientras que voluntariamente deberíais asumir una tercera y sagrada obligación que es el servicio a la hermandad.” conscientes que lo que tenemos lo hemos recibido en fidecomiso para que lo hagamos fructificar.Si quisiéramos, si nuestra voluntad estuviese entregada a la voluntad de Dios, podríamos tener un papel tan preponderante como el que tuvo el muchacho del relato, nuestros dones también se podrían multiplicar si los supiésemos compartir con generosidad, con la multitud que nos rodea y que también está agobiada por el hambre espiritual y material. Hoy en día, también hay una tremenda multitud que tiene hambre espiritual y también hambre física y al hacernos consciente de ella, muchas veces, hasta con indignación nos preguntamos ¿dónde está Dios ante tanta miseria? Y olvidamos que somos nosotros los que tenemos que ser los instrumentos propicios, para que Él se manifieste con sus dones.No son los gobiernos, ni las leyes, ni las religiones, las que pueden dar de comer espiritual y materialmente a la sociedad hambrienta, la responsabilidad es de todos y cada uno de nosotros, porque no somos seres aislados, pertenecemos a un conglomerado, en donde cada una de nuestras acciones tiene una repercusión cósmica. Cada queja, cada protesta al sistema, si no va acompañada de una solución particular, sólo agrava el mal, porque una conducta individual inconsecuente, aumenta lo negativo mucho más de lo que podemos imaginar, pues nuestros pensamientos contaminan el éter del planeta e impiden con su pesimismo, que se haga realidad la certeza de que “la victoria coronará nuestros esfuerzos unidos por esclarecer al mundo y liberar a la humanidad.” Lo que el mundo y Dios necesita de nosotros, no son quejas de todo lo mal que está el mundo, sino obras concretas para mejorarlo, no por decretos inútiles, sino por verdades vivas que hagan renacer al ser humano y le devuelvan la esperanza que “la evolución humana sigue progresando y que la revelación de Dios al mundo, en Jesús y por Jesús, no fracasará.” Nosotros podemos contribuir en forma práctica para que el hambre de la humanidad sea saciada, pero para ello debemos tener un interés real por participar de alguna forma en solucionar los problemas que nos aquejan. Es cierto que la gran mayoría de nosotros no tiene influencia en las decisiones de los gobiernos, pero nuestra mente creadora puede ingeniárselas para actuar en nuestro micro cosmos particular, con una mayor generosidad con quienes tienen menos que nosotros. Dios necesita de los humanos, para que cumplamos nuestro rol en la evolución cósmica, necesita que le entreguemos conscientemente nuestra voluntad, porque “ni los ángeles, ni las Personalidades, se dedican directamente a influir sobre el pensamiento humano, esa es prerrogativa exclusiva de vuestra personalidad.” 1205 es nuestro libre albedrío quien debe elegir ser un instrumento que ayude para que los planes divinos se realicen y el mundo sea mejor. Debemos creer en el poder de Dios, pero también en el de nosotros y con generosidad ofrecerle lo que tengamos, al igual que el muchachito que tenían los panes y los peces. Dios está siempre pronto a entregarnos sus dones en abundancia, pero antes necesita que le demostremos nuestro deseo sincero de ser como Él, y creer con fuerza que esto es posible, porque “la evolución, puede ser lenta, pero es enormemente eficaz.” Creer en la evolución, es nuestro gran aporte a su realización, porque recordemos que nuestros pensamientos son creadores, debemos pues creer que “el propósito eterno de Dios, es un ideal altamente espiritual y que los acontecimientos del tiempo y las luchas de la existencia material no son otra cosa, que los andamios transitorios, que tienden un puente hacia el otro lado, hacia la tierra prometida de la realidad espiritual y la existencia eterna” si somos capaces de creer en estos propósitos divinos y con nuestra vida cotidiana, damos testimonio de que somos hijos de Dios, sin duda que estaremos creando un mundo mejor. Como hijos esclarecidos por la fe y liberados por el espíritu, os enfrentáis con una doble responsabilidad de deber, hacia el hombre y hacia Dios, mientras que voluntariamente deberíais asumir una tercera y sagrada obligación que es el servicio a la hermandad.” sin esta preocupación por nuestros hermanos todo lo que podamos decir, será palabra muerta, porque sólo las obras son testimoniales.